jueves, 23 de septiembre de 2010

EL HILO DE ARIADNA 1

RELATO DE UN NACIMIENTO(parte I)
 Jaume Carreras
Yo ya he estado allí antes, pero no me acuerdo.  Cada una de las células que me componen guarda un fragmento de la memoria de ese lugar en que ahora te encuentras, pero esas células  son incapaces de recomponer esa memoria del origen para mí. Por eso necesito tu ayuda, porque ahora tienes tú mis ojos, y mis oídos . Pues mi cuerpo, ya en peregrinación inexorable hacia su senectud, busca en ti, Ariadna, el consuelo de la renovación. Ahora estás dentro del plácido laberinto amniótico, pero el cordón umbilical que te une a la vida, te mostrará el camino hacia mí, cuando sea el momento. Aunque sé que me escuchas, cuando hablo con tu madre sobre ti, porque te mueves, porque te ríes, porque ahora eres sólo esencia, porque aún no estás anclada a tu cuerpo. Eres felicidad en estado puro. Eres  yo sin el lastre que soporto, de una experiencia ya abatida por el desengaño de una promesa rota, pues  la tierra prometida no es sino donde te encuentras.  Y mientras  estás haciendo las maletas genéticas, llenándolas del ADN que te permitirá ser tú, de ser reconocida por los demás - aunque a mí no me hace falta porque te reconocería aunque fueras un árbol o una semilla-, yo espero paciente tu llegada.

Por Jaume Carreras

martes, 21 de septiembre de 2010

CON LA CASA A CUESTAS

Cada paso que doy deja una profunda huella en la arena, porque a mis espaldas cargo con la pesada casa que me vio nacer. Y esa casa está llena de gestos que un día cocinaron mis abuelos para que comieran mis padres para que comiera yo. De barro me hicieron, como vasija, con arcilla de mi tierra, para que en todas partes reconocida fuera…pero comprender es mirar dentro , en ese espacio vacío…” .
Fragmento de la novela LEVE SERÁ LA TIERRA (Jaume Carreras).
Esa casa a cuestas es nuestro diccionario. Quien nos quiera conocer tendrá que hojearlo, quien nos quiera comprender deberá leerlo a fondo. Las cosas no son porque sí. Y la esencia no se puede borrar por mucho que frotemos. En Senegal alguien me dijo “a cualquier parte que vaya estaré mejor que aquí, aunque sea en el infierno”. Entonces me imaginé ese infierno: lo vi llegar (porque tuvo suerte) en patera a España. Lo vi trabajando doce horas (porque tuvo suerte) por lo que cuesta un plato de comida. Lo vi viviendo en un piso de 30 metros (porque tuvo suerte) junto a otros diez como él. Lo vi llorar (porque sentía nostalgia) cuando miraba el mar en dirección a su tierra en la que dejó a sus hijos. Aun viéndolo, aquellos que le proporcionaron el viaje, el trabajo y la vivienda, le llamaron desgraciado. Pero a pesar de todo nunca pensó en regresar a Senegal.
Para entender por qué aquel hombre nunca regresó a Senegal, hay que leer el Abecedario de Antrpologías de Luís Pancorbo. Libro especialmente recomendado para: a/ los que le llamaron desgraciado; b/ los que aplauden a quienes se lo llaman; c/ los políticos que lo alientan; d/Sarkozy.
Post Scriptum: Luís Pancorbo contribuye al entendimiento entre culturas (personas) gracias también a su programa de televisión OTROS PUEBLOS.
Por Jaume Carreras

lunes, 20 de septiembre de 2010

JOSEPH L. MANCKIEWICZ. UN RENACENTISTA EN HOLLYWOOD. de Christian Aguilera


El año pasado fue el centenario del nacimiento de Joseph L. Mankiewicz (1909). Para muchos, por no decir para la mayoría, el evento pasó tristemente inadvertido. Alguna que otra reposición (en filmotecas, por supuesto. En televisión ya no se acuerdan de quienes la inventaron.) y poco más.  Y los que amamos el cine nos hubiéramos tenido que conformar el mero recurdo de Marlon Brando hablándonos desde el estrado, proyectando la voz multiplicada de William Shakespeare, si no fuera por el excepcional  libro de Christian Aguilera, que nos multiplica también a Mankiewicz. Y  es entonces, entornando los ojos en blanco y negro con nostalgia, y rebuscando entre líneas en las páginas de Christian, que desvisten al genio para ver desnudo al hombre, me doy cuenta de que cuando tengamos que vender nuestras joyas, cuando estemos desahuciados por los bancos, vapuleados por los medios, estafados por los operadores de telefonía y los políticos, y demás chupasangres…,  cuando tengamos que llenar nuestros bolsillo de arena para no salir volando, siempre podemos decir: yo vi Julio Cesar.  Entonces quizá volvamos a dar una oportunidad a la especie.
Por Jaume Carreras

VIAJE AL SILENCIO. De Francisco Lopez-Seivane.

Hay muchas formas de viajar, pero Francisco Lopez-Seivane siempre nos descubre alguna que vale la pena probar. Porque el viaje es lo que lo define a él, y nos define a nosotros cuando lo escuchamos. Viaje al silencio es un viaje a nuestros orígenes, un viaje por las regiones del Asia central ,donde nos encontrarnos con aquellos con los que un día empezamos a andar pero de los que, por intercesión de la diosa fortuna, nos separamos en una breve pausa en el camino.  El paseo nos hace transitar por tierras castigadas por el hombre y por sus mitos, por guerras y reyertas religiosas. Unos rezan a la Meca, otros a Wall Street, eso sí, con el permiso del Kremlin . Las anécdotas se hacen eco del abandono de los dioses de lugares un día rebosantes de esplendor. Ahí está Samarcanda. Los dioses se fueron, sí, pero los hombres continúan, sentados a la mesa de Lopez-Seivane para que escuchemos en la distancia sus voces.
Por Jaume Carreras

SIETE MANERAS DE MATAR A UN GATO. De Matías Néspolo

RECOMENDACIÓN.
Siete veces quisieron matar al gato. De siete ciudades lo echaron a pedradas, pero éste era un gato muy escurridizo y sobrevivió a una octava para contar cómo lo habían intentado las siete anteriores.  Pues nadie quiere a un gato que ve en la oscuridad, porque allí es donde transcurre la mayor parte de la vida del hombre.  Y ese gato podría ponerse los calzones que alguien olvidó en el tendedero del colectivo del barrio, y airear las vergüenzas en su paseo matutino por los arrabales de la humanidad mientras desayunamos un tierno croisan con mermelada. El gato Matías lo ve todo, y lo cuenta en lunfardo, pues el viaje empieza en Buenos Aires, y termina en...  Las cosas no son bonitas en la trastienda. Son como son (no como deberían ser, o como nos gustaría que fueran).  Pero no pueden ser redimidos aquellos que no saben que necesitan serlo.  Quizá la gran ballena Moby Dick nos pueda contar algo sobre eso con la voz de Matías Néspolo.  Quizá leer Siete maneras de matar a un gato nos ayude a ver algo mejor en la noche, esa noche argentina de luna pálida y sombras sin dueño .
Por Jaume Carreras

LA PAPILLA AFRICANA

Hablando se entiende la gente. O no. Se entiende siempre y cuando se utilice la misma lengua. Falso. Debajo de las meras palabras están sus significados. Y luego estamos nosotros para interpretarlos. Y no es tarea fácil, debido al hiperbólico incremento del uso de las metáforas esquematizadora, derivadas del precocinado conocimiento que nos sirven en cápsulas y sin anestesia los políticos y los medios de comunicación. Si mi vecina de 90 años me dice que me quiere esbozando una sonrisa en su rostro cuando me la encuentro en el ascensor, en ningún caso interpretaré que se ha enamorado de mí. ¡Dios me asista! Deduciré del contexto que me está agradecida por no aporrear mi piano hasta altas horas de la madrugada como venía haciendo días antes en arrebatos nocturnos de inspiración. Su buen humor, motivado por un placentero e ininterrumpido descanso, le ha hecho soltar el apasionado slogan “Te quiero”, que tanto cuesta soltar al sincero enamorado y de tan frecuente uso para las empresas de telefonía.... Mi razonamiento ha soslayado la catástrofe. Pero ningún otro espectador, fuera de mí o de mi vecina, podría haber llegado a la conclusión acertada sin antes imaginar un despropósito. De ello deduzco que el diálogo necesita no solo de una misma lengua, sino de un contexto común. La verdad es ella y sus circunstancias.
“En Kenia se producen atroces enfrentamientos entre tribus”: decía hace un par de años la televisión (porque resulta que la televisión habla por si misma. No los periodistas ni reporteros, no. La Televisión ha hablado. Amen), expresión esquematizada de una lejana realidad. África es igual a conflicto eterno, tribus enfrentadas, actos atroces, corrupción, niños hambrientos, pateras… Africa es Ruanda, Sierra Leona, Darfur…Pero ya nos hemos olvidado porque no aparecen en las noticias. Mientras ponemos el croisan en la plancha hemos pasado todo un continente por el “turmix” y hemos obtenido una papilla fácil de digerir por nosotros los occidentales, para que no se nos indigeste. No importan las causas, el contexto. Lo importante no es lo que hay sino lo que se dice. Lo importante de África no es África sino su imagen. Y ahora Africa es alegría porque hemos ganado el mundial. El lenguaje mediático enfatiza la lejanía cuando conviene, se regocija en dolor experimentado de forma vicaria, esboza los hechos, y, por encima de todo, nos exculpa del sufrimiento ajeno, porque hemos marcado un gol en la final. Nos redime a cambio de una lágrima. El error esta en el lenguaje, sí, pero somos nosotros los que tenemos la palabra.

JAUME CARRERAS

TANTA JUSTICIA NO PUEDE SER JUSTA

Todo en la tierra tiene escala humana. Cuando los artífices del mundo moderno proclamaban, regurgitando a los griegos, que el hombre es el centro del universo, constataban un hecho irrefutable: para que algo exista, tiene que existir para el hombre. Sin el hombre no hay arte, ni política, ni economía, no hay conocimiento y sin conocimiento no hay hombre, no hay ser humano, sino bestia, esclavo o salvaje. Algunos nostálgicos de la oscura era media se empeñaron en seguir negando la humanidad al hombre, y sus esfuerzos han minado la historia de infames ejemplos. Pero nada hay de alquímico en la economía. De hecho la economía es un concepto intrínsecamente humano, vinculado al instinto de supervivencia. Para que el hombre se prodigue necesita del intercambio con otras personas. Y esa es la base de la economía. Ha sido el lenguaje el que ha alejado la economía del hombre restringiendo su compresibilidad a una supuesta “élite”. Los oráculos sostienen que los designios de los mercados son inescrutables (para el hombre de a pie), y por ello debemos dejar tan sesudos temas a los especialistas.
Pero la economía ha mostrado su rostro. Y su rostro es humano. Desde que Eva comió la manzana del árbol prohibido, el hombre supuestamente, es capaz de distinguir el bien del mal. El inconveniente es que esos conceptos son constructos mediáticos, muy lejos de ser axiomas humanos. Y así lo ha demostrado en su sagaz experimento Xavi Siles, actor y director teatral barcelonés. Un grupo de actores exhibieron, alentados por Siles, sus más desgarradores sentimientos, delante de la Bolsa de Barcelona, ataviados como auténticos ejecutivos que acababan de arruinarse por culpa de su propia codicia. El experimento congrego a la masa que pasaba por allí suscitando un extraño sentimiento de piedad y conmiseración. Y digo extraño porque los propios actores, que en ningún momento revelaron sus auténticas intenciones, se autoproclamaban culpables de su situación y de la situación en que la crisis ha dejado a otros aún menos afortunados. A pesar de todo,  los allí congregados, ofrecían su ayuda y sus lágrimas de apoyo. Es esto una reacción a una verdad emocional. La economía desciende al nivel más bajo, se hace real, humana y se manifiesta en el sentimiento. No hay lenguaje que medie entre un ser humano y sus sentimientos. No hace falta explicar para sentir. La reacción es pura, sin artificios. El espectáculo de la verdad emocional se hace demoledor, capaz de destruir cualquier prejuicio.
Del experimento se pueden desprender varias hipótesis acerca del comportamiento del espontáneo público. El hombre es capaz de perdonar al verdugo, siempre y cuando exista un manifiesto arrepentimiento. Pero quizás no sea capaz de perdonar a la víctima. La vida misma nos proporciona cada día el contraejemplo. Los miles de víctimas de un sistema económico voraz, que se ven abocados a pedir por las calles, ni de lejos suscitan un sentimiento parecido. Más bien todo lo contrario. No hay espectáculo en lo rutinario. Quizá tenga que ver con la comprensión de la realidad. No es digerible para el ser humano ver a hombres y mujeres vestidos de Armani, llorando en la calle. En seguida percibimos que algo va mal, que no está en su sitio. Necesitamos ordenar el mundo para comprenderlo. Eso nos podría pasar a nosotros. No así si los que lloran son harapientos desarrapados, víctimas de los primeros. Para hacer aceptable lo segundo, el hombre creó la hipótesis del mundo justo, según la cual, el hombre es responsable de sus desgracias. Pero no hay una explicación para lo primero. La ambición desaforada de los ejecutivos no puede lanzarlos a las herrumbrosas calles. Los estamos viendo como personas, sin etiquetas. Se arrepienten de lo que han hecho y por tanto deben ser perdonados El mundo es justo, pero no tanto. Tanta justicia no puede ser justa.