viernes, 5 de noviembre de 2010

EL HILO DE ARIADNA (parte 2)

  Hoy tu madre y yo te hemos sacado de paseo por el parque para que te vayas ya familiarizando con los lugares que vas a frecuentar cuando nazcas. Está lleno de árboles a los que se les están empezando a caer las hojas, ya muy secas después de un caluroso verano. Quizá esos árboles te puedan parecer ahora poco simpáticos, pues solo se presentan ante ti en su rudimento esquelético, como gatos esquilmados o perros famélicos.  Eso no debe desalentarte. Para cuando tú llegues, el invierno ya habrá cedido su cruda hegemonía estacional a la benigna primavera, y el panorama será bien distinto. No te lo esperas. La naturaleza, en esa época, escenifica un auténtico espectáculo de luces y sombras, como un amanecer eterno en el que intervienen todos los seres del planeta, dirigidos por la omnisciente mano del dios sol, que desde su lejana cuna nos inunda de su antigua sabiduría. Sé lo que piensas. Con lo poco que queda para que llegue el momento y lo mucho que queda por hacer. Sí, aún está todo patas arriba, pero mientras tú estás ahí dentro, en un perpetuo verano, aquí ya han empezado secretamente los ensayos. Pues cada hoja que cae, al penetrar la tierra, se convertirá en una semilla que renovará la esperanza del universo.  No debes preocuparte, todo saldrá a la perfección, hace ya muchos años que se repite la ceremonia y, aunque con prisas y nervios de última hora, siempre sale bien.
Jaume Carreras
Este fragmento pertenece a Trilogía de la Nostalgia.

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